jueves, 29 de mayo de 2025

Donde arde lo cierto

No vine a fingir sonrisas.
Ni a mendigar espacios.
Ni a callarme el brillo para que otros no se sientan opacados.

Desde hace tiempo aprendí
que hay fuegos que no se apagan,
aunque alrededor sople la envidia con cara de aliado,
aunque disfrazada de acuerdo,
la traición se sienta en el aire.

Yo no nací para eso.

Traigo un mantra tatuado al alma,
me lo repito antes de que el sol me toque los párpados:
Por qué soy luz,
Llevo paz,
Tengo amor,
Y camino en libertad.

No es una promesa,
es una advertencia.

He dado lo mejor de mí incluso cuando el silencio pesaba,
cuando me dejaron solo con todo el amor aún latiendo,
cuando escribí versos para quienes nunca supieron sostener ni una palabra.
Y aún así, no me rompo.

Porque no vine a ser parte del rebaño
de los tibios,
de los que postergan,
de los que miran el fuego de otro y, por no tener uno propio,
quieren apagarlo.

Trabajo con la vida entre las manos.
Con el arte como oficio.
Con la ternura que se gana en el escenario a pesar de  las heridas.

No temo incomodar si mi entrega revela tu pereza,
Tu mediocridad.
No me detengo por excusas que disfrazan cobardía.
Y si brillan menos al lado mío,
que aprendan a mirar el sol sin escupirlo.

Porque yo no vine a apagarte,
vine a encender todos los días lo que soy.

Hoy, desde estas montañas,
vuelvo a jurarme lealtad.

Sigo.
No porque me dejen.
Sigo porque soy.
Y eso,
aunque les moleste,
me basta.

jueves, 15 de mayo de 2025

16/05/1994

(para mí mismo, en mi cumpleaños)

Nací un 16 de mayo,
cuando el viaje apenas pestañeaba,
y el mundo aún no sabía
qué iba a hacer con tanta nostalgia.

El cielo tenía una herida abierta
y yo vine a curarla con palabras.
Mis manos eran semillas,
mi llanto una promesa.

Desde entonces, he sido muchas veces:
ave extraviada,
niño que habla con espejos,
amante del abismo,
paraguas abierto bajo la lluvia.

He amado hasta doler,
he escrito para no romperme,
he perdido, he huido,
y he vuelto,
más mío, más feroz, más libre.

Cada año es un cuerpo nuevo.
Y en este. Sí, en este.
me celebro como fuego que no pide permiso,
como verdad que ya no se esconde,
como un hombre que danza
con la vida aunque queme.

Soy hijo de una utopía tatuada en el pecho,
un viaje sin mapa ni destino fijo,
una sirena que canta bajo el agua de su propio llanto
y también que canta cuando ríe.

Soy hippie sin quererlo,
con el alma suelta, el amor sin reglas
y el deseo escrito en la piel del viento.

A veces también soy payaso
que esconde el dolor tras una nariz roja,
que hace reír para no llorar,
que ama con la ingenuidad de quien todavía cree
que el mundo puede ser más tierno.

Hoy cumplo años
como quien abre los brazos al viento
y se deja llevar,
sabiendo que el amor, el real,
siempre empieza por uno mismo.

Y si esta vida es un escenario,
yo elijo seguir bailando,
aunque no haya música.
Yo elijo seguir amando,
aunque no haya testigos.
Yo elijo seguir naciendo
cada vez que escribo mi nombre.

martes, 13 de mayo de 2025

Fuego y fuga

No sé cómo lo hiciste,
pero te quedaste en mi piel
como si las noches pudieran tatuarse.

Llegaste con ese cuerpo
que desarma silencios,
piernas firmes, espalda ancha,
labios que sabían exactamente dónde terminar la espera.

Me miraste, y empecé a arder.
Fuiste todo deseo,
pero también algo tierno,
ese gesto suave entre gemido y aliento
que me decía que el placer también puede ser refugio.

Entré en ti como quien vuelve a casa,
como quien reconoce su lugar
en medio de lo salvaje.

Y tú me tomaste,
sin miedo, sin pausa,
como si el mundo se acabara en ese instante
y nada más importara.

Fuimos jadeo,
ritmo,
boca,
sudor,
esas horas donde no existía nada
más que el aliento del otro.

Hoy solo quedan tus marcas en mi memoria,
el eco de tu voz hablando
cuando ya no eras capaz de decir nada más.

No sé si volverás,
pero pensarte puede encender la noche,
aunque no estés.

domingo, 11 de mayo de 2025

Fantasma en la orilla de tu nombre

Fui tu raíz en un desierto sin sed,
te regué con los dedos partidos de tanto dar.
Me puse el sol en la espalda
para que nunca te falte un amanecer.

Dormías como un niño,
yo velaba como una estrella rota.
Me arrodillé en cada silencio,
te escribí con el cuerpo los poemas
que tú no sabías leer.

Tu amor era una pluma que no flotaba.
Y yo me lancé igual,
me hundí en tu marea ingrata,
pero incluso allí,
incluso en lo más hondo,
brillaba.

Me volví la sombra de mí
por abrazar tu sombra.
Me volví hielo de tanto no arder contigo.
Y cuando mi alma se golpeó
contra las paredes de lo injusto,
decidí incendiarme solo.

Me fui.
Con el pecho agujereado pero el alma entera.
Ahora vivo donde no me sigues,
donde el cielo no se repite,
donde nadie da menos de lo que doy.

Y tú,
tan fácil,
tan niño,
tan incapaz de sostener tu propio peso,
te colgaste de otro.

Pero tú sabes.
tú sabes que cuando el silencio
se acuesta contigo,
la piel que te abraza jamás sabrá el mapa
de tus sombras como mis manos.

Yo fui un faro.
Tú, una barco sin timón.
Y aunque hoy seas apenas eco
en la caverna de mi historia,
a veces te sueño.

Y esta vez
ningún sueño se quedará
a espantarme la noche.
Por eso despierto
y soy libre.

Testigo

Lo vi aparecer entre bambalinas. Pequeño, sí, pero con la grandeza de quien pisa un escenario y no duda del fuego en sus pasos. Allí estaba...