martes, 27 de marzo de 2012

Ojos de Pordiosero

Sentado en el último asiento, en el extremo derecho de un bus repleto de gente, Sebastián miraba a través de la ventana con aspecto triste y pensativo. Veía pasar gente de toda clase, adinerada y pobre, carros de lujo, combis, buses gigantes, que con el humo negro - saliendo de ellos contaminaban toda la ciudad - perros callejeros y vendedores ambulantes. Hasta que su mirada se dirigió hacia él mismo. Sebastián miraba a un vagabundo que estaba sentado en el suelo, en la esquina de una calle sucia y llena de grafitis. Ese vagabundo solitario era él.
Mirando sus ojos supo que todo ya había terminado, sus pestañas se llenaron de polvo y se despidió de él dándole la mano.
Sebastián se veía en el pordiosero, porque estereotipando al pobre señor que vivía en las calles sin saber si en realidad era un pobre señor, pensó que estaba igual a él, triste y sin otra cosa en que pensar que en su soledad. El bus seguía su transcurso pero la imagen del señor sentado en la vereda de aquella esquina en aquella calle no salía de su mente.
Caminó una cuadra, mirando sus pies y reteniéndose para no mirar hacia atrás. El primer paso que dio para cruzar la pista casi fue su último, una camioneta negra casi lo atropelló. Pensó porque todo le salía tan mal, siguió caminado y levantó su brazo mirando al suelo. El bus se detuvo, y sin saber si lo llevaría hacia su casa subió tres escalones y se sentó en el último asiento de la parte derecha con dolor en los ojos.
El sol ya se había ocultado y los postes de luz se habían encendido. La oscuridad hacía que su estado de ánimo triste se incrementara y se sintiera más un pordiosero. Sebastián pensó que tal vez ese señor el cual vivía en las calles solo y sin familia, era un pordiosero por eso mismo por no tener a nadie y perderlo todo. Yo soy un pordiosero porque perdí a quien quería, se dijo a sí mismo y una lágrima cayó desde su ojo izquierdo y bajó por su mejilla hasta desaparecer.
Sus dedos se movieron, comenzó a escribir palabras que venían a su mente y la oscuridad de aquel bus en el que se había subido se convirtió en luz y el ultimo asiento de la parte derecha era ahora una silla giratoria acolchada con ruedas y la ventana era ahora un monitor de computadora y Sebastián ahora se convirtió en mi. ¿Sebastián soy yo?, ¿Sebastián seré yo?...




Un sueño

 A veces llegan momentos que parecen que fueran un sueño, llegan inesperadamente y me hacen saltar los latidos. Tus ojos son un sueño, tu s...