La luna se escondía
entre la neblina y la brisa noctámbula que conseguía de los malecones cercanos.
La cruz
violenta estaba apaciguada y a sus alrededores gatos maullaban en el sigilo de
los faroles que radiaban luces tenues
Y el cuerpo zafándose
de Baco llega en pantuflas, con un cuarto de mente desorbitada y frenética.
Las bancas habitaban
frías por la helada que congelaba los brazos del peluche que tanto le gustaba
abrazar: cuatro, dos, uno y entrelazados, frotándose las pieles prendían fuego
calefactor.
Fuego que traspasaba
los codos, brazos, las espaldas, manos y bocas.
Donde las
quimeras cobraban vida y las pupilas se dilatan 0.1 centímetros por segundo aun
así los parpados permanecieran cerrados.