martes, 30 de abril de 2013

Garúa Tibia


La luna se escondía entre la neblina y la brisa noctámbula que conseguía de los malecones cercanos.
La cruz violenta estaba apaciguada y a sus alrededores gatos maullaban en el sigilo de los faroles que radiaban luces tenues
Y el cuerpo zafándose de Baco llega en pantuflas, con un cuarto de mente desorbitada y frenética.
Las bancas habitaban frías por la helada que congelaba los brazos del peluche que tanto le gustaba abrazar: cuatro, dos, uno y entrelazados, frotándose las pieles prendían fuego calefactor.
Fuego que traspasaba los codos, brazos, las espaldas, manos y bocas.
Donde las quimeras cobraban vida y las pupilas se dilatan 0.1 centímetros por segundo aun así los parpados permanecieran cerrados.



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