sábado, 29 de marzo de 2014

Sin final

En una ciudad mega poblada y llena de criaturas perversas existía un pequeño zancudo, flacucho y verde. Tenía la necesidad de darle afecto a las personas que se encontraba, pero en cambio estas molestas intentaban matarlo. El zancudo andaba muy triste, pues no entendía por qué las personas se alejaban de él. Pensó muchas veces que tal vez no merecía pertenecer a un mundo así, no se ubicaba, no entendía por qué, quizás debería irme para siempre pensaba. Un día tropezó con una grande criatura que parecía ser amigable. Lo abrazo y sintiendo mucho miedo que se fuera, a su sorpresa él se quedó, y así comenzaron a jugar juntos. El zancudo era muy juguetón y le daba mucho cariño a su nuevo compañero, Una noche le dio mucho afecto que su compañero de juegos quedo dolido, zancudo nuevamente no entendía por qué, solo le daba afecto a alguien y ese alguien se iba, el beso de un zancudo no puede ser tan malo pensó, así que lo siguió besando pero la criatura grande que una vez encontró ya no lo dejaba, se fue molesto y el zancudo quedo solo preguntándose qué hacía mal, preguntándose si siempre darle afecto a alguien sería difícil, si se quedaría solo por siempre, al final y al cabo los zancudos mueren solos una noche matados por algo o alguien. El zancudo flacucho y verde, solo quiere que su criatura grande regrese, extraña jugar con él, no sabe cómo traerlo de vuelta, pero mientras lo piensa solo en su casa en el hueco de un tronco seco escribe esto con mucha tristeza.

Jalar el gatillo

Necesito salir,  hace mucho que estoy en esta misma situación. Los autos de la ciudad me nublaron con su humo. Lo sé, es cuestión de ida y v...