La oscuridad sola y su voz canta, canta y en la penumbra entra
a su espacio donde ella es lo que es, lo que no puede ocultar, al fondo un
volcán de ropa como si fuera a hacer erupción, la luz se hace y agranda su
cuerpo, proyecta sombras y de pronto la voz de su mente empieza a rapear . La
ropa se convierte poco a poco en una cama, su cama, su des-orden, su habitad. El
humo de la hierba que sale de entre sus poros es proyección de su alma, que
vuela, que se esfuma pero que luego regresa.
Quiere desnudarse y da la espalda, su piel, su lomo, la
guitarra que es su cuerpo, cuerpo que también hace música. Toca las cuerdas de
su espalda y de su boca sale música, canta porque es libre, como el tiempo,
como la vida que está aprendiendo a abrazar. Va hacia la guitarra y la toca
como si se tocara a sí misma, se reconoce, se hace una.
La pintura que chorrea aparece como el magma que contamina
las calles y contamina su cuerpo, su pecho que muestra manchado, negro, sucio.
Nuevamente la hierba que también hace de música va hacia
ella, entra y sale y se va junto con su cuerpo, como finalmente es. Humo.