jueves, 15 de mayo de 2025

16/05/1994

(para mí mismo, en mi cumpleaños)

Nací un 16 de mayo,
cuando el viaje apenas pestañeaba,
y el mundo aún no sabía
qué iba a hacer con tanta nostalgia.

El cielo tenía una herida abierta
y yo vine a curarla con palabras.
Mis manos eran semillas,
mi llanto una promesa.

Desde entonces, he sido muchas veces:
ave extraviada,
niño que habla con espejos,
amante del abismo,
paraguas abierto bajo la lluvia.

He amado hasta doler,
he escrito para no romperme,
he perdido, he huido,
y he vuelto,
más mío, más feroz, más libre.

Cada año es un cuerpo nuevo.
Y en este. Sí, en este.
me celebro como fuego que no pide permiso,
como verdad que ya no se esconde,
como un hombre que danza
con la vida aunque queme.

Soy hijo de una utopía tatuada en el pecho,
un viaje sin mapa ni destino fijo,
una sirena que canta bajo el agua de su propio llanto
y también que canta cuando ríe.

Soy hippie sin quererlo,
con el alma suelta, el amor sin reglas
y el deseo escrito en la piel del viento.

A veces también soy payaso
que esconde el dolor tras una nariz roja,
que hace reír para no llorar,
que ama con la ingenuidad de quien todavía cree
que el mundo puede ser más tierno.

Hoy cumplo años
como quien abre los brazos al viento
y se deja llevar,
sabiendo que el amor, el real,
siempre empieza por uno mismo.

Y si esta vida es un escenario,
yo elijo seguir bailando,
aunque no haya música.
Yo elijo seguir amando,
aunque no haya testigos.
Yo elijo seguir naciendo
cada vez que escribo mi nombre.

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