lunes, 21 de julio de 2025

Ángel

Me parece recordarte.

Sentirte suave,

en una helada, tibio.

Tu risa que quiero escuchar,

tu risa que escucho aun dormido.


Te miro y no me canso.

Eres como una canción que no se agota,

eres algo más que un nombre bonito,

ese que no quieres mencionar.


Te abracé.

Y el mundo se acomodó distinto.

Hubo algo en tu olor, en tu pecho.

Llevas el fuego sin quemarte.


No sé por qué te miro así…


He querido pronunciarte

como quien aprende un idioma nuevo

solo para decir:

quédate.


Si te vas, llévate este poema.


Y si algún día te cansás del pasado,

en este presente el horizonte es un paisaje.

Un presente con lo que sueñas,

con lo que eres.


No sé si te has dado cuenta
ese modo tan tuyo

de mirar como si entendieras

algo que los demás no.


El caso es que aparecés

y se me acomoda el día.


Te abrazaría cada vez que pudiera,

te cuidaría hasta que te dejes cuidar.

Mi fetiche también es querer bonito.


Yo sigo aquí,

intentando escribirte lo que me pasa

sin que suene a trampa,

sin condiciones,

sin apuros,

sin juicio,

sin miedo,

sin pasado,

sin que duela antes de tiempo.


Si supieras…


martes, 1 de julio de 2025

Testigo

Lo vi aparecer entre bambalinas.
Pequeño, sí,
pero con la grandeza de quien pisa un escenario
y no duda del fuego en sus pasos.

Allí estabas,
bajo los focos,
con el cuerpo que decía: libertad.
Tu forma única de estar en un mundo
que desarma.
Cantabas como si el aire fuera tuyo,
bailabas como si la gravedad te debiera explicaciones,
actuabas como si el mundo, por fin, tuviera sentido.

Y yo,
apenas una sombra en la orilla,
miraba callado,
con ese temblor que solo ocurre
cuando algo te despierta sin tocarte.

“Me gustas”, susurré en medio del hielo.
No sé si me oíste
o si fingiste no escuchar.
Desde entonces,
camino con este corazón adolescente,
esperando tal vez un segundo acto,
una escena compartida,
un diálogo sin guion,
donde tú me mires
como yo ya no puedo dejar de mirar.

Te soñé.
Pero no como se sueña lo imposible,
sino como se sueña lo que se anhela:
con cuidado,
con vértigo,
como si un pestañeo pudiera borrarlo todo.

Quisiera registrar el temblor exacto
que dejas cuando pasas,
la manera en que el mundo se ensancha
cuando decides estar en él.

Quisiera seguir viéndote brillar,
aunque yo me quede en penumbra,
aunque solo sea un testigo.

No me importan los finales.
Hay algo en ti
que basta con mirarlo una vez
para entender
que algunas presencias
no necesitan quedarse
para haber sido eternas.

Corona

Un embuste, un faro encendido que no alumbra, porque la marea se llenó de espejos rotos y mi reflejo, por poco, se quiebra. En la penumbra, ...