jueves, 7 de noviembre de 2024

Doppelganger

El sueño comenzó como una noche común, aunque inquieta. Estaba en mi cama, dándome vueltas, tratando de encontrar descanso, pero el sueño simplemente no llegaba. La ansiedad crecía en el silencio de la madrugada. Sabía que al amanecer tendría que estar en el set para grabar un comercial importante. Necesitaba estar fresco, seguro de mí mismo. Sin embargo, por más que lo intentaba, algo dentro de mí se resistía a la calma.

Finalmente, agotado, caí en un sueño que me llevó a un escenario tan real que era difícil distinguirlo de la vigilia. Soñé que me levantaba y, en la penumbra, iba al baño para lavarme la cara, tratando de despejar mi mente. Pero al mirarme en el espejo, noté una sombra a mi lado. Al principio no lo entendí, pero poco a poco sus facciones se definieron. Frente a mí, en el reflejo, vi un rostro idéntico al mío, pero con una expresión siniestra, fría y desafiante. Era mi doppelganger, un doble oscuro que parecía disfrutar del poder que tenía sobre mí.

Él se quedó allí, interponiéndose entre la puerta y yo, bloqueándome el paso con una sonrisa torcida. Lo miré, asustado, y sentí una mezcla de rabia y temor. Los minutos pasaban, y yo sabía que debía salir, que el tiempo avanzaba y no podía retrasarme. Mis intentos por moverme eran inútiles; mis piernas no respondían, como si estuviera encadenado a la oscuridad de mi propio cuarto. Mi teléfono sonaba desde algún lugar, la producción llamándome para saber cómo iba, pero él solo se reía, como si cada vibración del teléfono le diera más fuerza.

Desesperado, grité pidiendo ayuda. Entonces apareció mi madre, fuerte y serena, como si supiera exactamente qué hacer. Juntos, comenzamos a reprender a ese doble oscuro en el nombre de Dios, invocando protección. Pero él no parecía asustarse. Al contrario, su sonrisa se ensanchaba, y sus ojos brillaban con una frialdad que solo aumentaba mi desesperación. Se reía, disfrutando de nuestro esfuerzo, como si mi angustia le diera placer. La risa retumbaba en mi mente, una y otra vez, burlándose de nuestros intentos.

Finalmente, un destello de luz llenó el cuarto, y él empezó a desvanecerse, todavía sonriendo, como si disfrutara su retirada. En ese instante, mi alarma sonó, y me desperté de golpe, empapado en sudor y con el corazón latiendo a mil. La ansiedad se arremolinaba en mi pecho, y las ganas de llorar casi me vencían. Pero sabía que no podía permitírmelo. Inspiré profundo, me recordé quién soy, y me levanté decidido a enfrentar el día, consciente de que, aunque ese doble oscuro intentara frenarme, yo tenía el control.



Cartografía de un abismo tierno

 Una vez te vi,

bajo el peso sutil de la luna,
con los ojos inundados de ternura,
como si todo lo que ignoras
ardiera, lento, dentro de ti.

Te abracé,
no por la piel, sino por el caos
que lleva tu frente marcada,
la leve grieta de tus pensamientos,
donde tú callas y gritas,
tan lleno de fuerza, tan incapaz de volar.

Tu cabello rozó mis manos,
como quien toca una tormenta,
una promesa rota por el viento.
Quise, en ese instante,
ser la calma que mereces,
la sombra que te sigue sin pedir nada,
el cuerpo que se entrega sin destino.

Pero hay oscuridad en ti
como un laberinto invisible,
y en ella danzas
con el fuego de un deseo
que no conoces aún.
A través de tus gestos,
siento lo que no dices,
la lengua oculta de la carne,
el secreto del beso
que nunca se atreve a nacer.

Quisiera descifrarte,
descubrir la textura de tus silencios,
tocar la raíz de tu cansancio,
penetrar en esa luz apagada,
donde eres puro,
donde eres más que una piel
marcada por otros.

De ti, quiero 
la herida y el verbo,
la noche y la chispa.
Seré, si me dejas,
la voz que rompa tus cadenas,
la llama que abrace tu sombra.

Petalos

Hoy, las flores no llegaron,
pero en su lugar,
traigo brotes en mi pecho alborotado de latidos.

A veces el silencio es el jardín más bello,
y en nuestras risas compartidas,
en los suaves momentos de las mañanas en el murmullo
de lo que somos, encuentro la calma.

Tu sonrisa que me despierta,
tus labios que me tocan
y en los momentos más simples
como dormir a tu lado,
se dibujan universos que sólo nosotros entendemos.

No traigo hoy las flores que quisieras,
pero sí traigo cada sonrisa que haces nacer en mí.
Gracias por ser.

El amor hace al mundo brillar

Tú eres el amor que nunca pide, que no ata ni exige; el amor que respira conmigo, aun cuando mis pasos se alejan para buscar otros horizonte...